Las hermosas camelias, ávidas de ser visitadas por más abejas que las otras flores, crecían succionando la fuerza de sus raíces. Mientras más se intensificaba el color y el largo de los pétalos, más energía y extensión perdían las raíces. De pronto, estando las flores en el apogeo de su esplendor, la planta se derrumbó estrepitosamente.
Alejandro Jodorowsky
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